
La primera vez que lo vi, tenia una gabardina doblada y colgada en su brazo derecho.
El tenia una sonrisa tierna y encantadora, era de estatura pequeña, cuerpo robusto, talvez tendría 65 años, de paso lento, cojeaba por causa de un accidente, era calvo y de buenos modales, él tenia los dedos más gruesos que he visto hasta hoy.
Ese señor me cautivó desde el primer día que lo vi, recuerdo que yo estaba en el segundo piso de la casa de mi abuela viendo el pájaro loco, el venía a hablar con mi abuelo, lo mandaron subir para esperar por él, yo imaginaba que era una viejo amigo, yo le sonreía tímidamente, hasta que él me dijo: "yo conocí a tu papá con tu edad..." supe entonces que Lara había sido empleado de mi abuelo durante muchos años, ahora como mi abuelo estaba enfermo y no podía manejar lo había vuelto a contratar y ese era su primer día de trabajo.
Después de la muerte de mi abuelo, Lara fue contratado por mi papá para ser el "conductor" de mi casa, pasó a ser: el guardaespaldas, el mensajero, el compañero de aventuras, el que guardaba los secretos, el amigo, el era un miembro más de la familia.
Dieciseis años trabajó Lara en mi casa, nos vió crecer, nos llevaba al colegio nos enseño a manejar hasta ir solos para la Universidad.
Bogotano como pocos, aunque habia nacido en Sopo, tenia un fascinante sentido del humor era audaz, irónico y muchas veces evasivo.
Así era Lara, con respuestas en la punta de la lengua, si no ganaba empataba, guardó los secretos más escondidos de mi abuelo, ni después de revelados por otras personas el contaba un mínimo detalle, le hicé preguntas hasta el cansancio, preguntas que nunca me respondió, fiel a su patrón y después a su patrona (mi mamá).
Conocí Bogotá con él, recuerdo cuando le pedía que me llevara a la 53 con carrera 24 a comprar cosas de hello kitty así como nunca olvidare cuando lo invitaba a comer un helado en el Popsy de la 45 con 30, el decía tomando del pelo que yo era su "mini-patrona" y era verdad!
Lara, larita o "el Ministro", se ganó el apodo porque llegaba tarde, hacía lo que el entendía que debía hacer y sobretodo porque siempre daba una declaración justificada de su falta, que no convencia a nadie.
Larita mi viejo amigo!